El glaciar central del Infierno, en el Valle de Tena, cuenta con una espesa capa de nieve dura, de unos cuatro metros de espesor, sobre el hielo preexiste, y sobre ella está ya cayendo nieve fresca. Este hecho contrasta con la situación de retroceso de los últimos diez años.
Éste glaciar, último superviviente de las masas de hielo que rodeaban este pico en el pasado, ha sido estudiado desde hace más de una década por un grupo de glaciólogos aragoneses y navarros y, como todos los glaciares pirenaicos, durante la pasada década se ha constatado el retroceso del hielo desnudo, con alguna mínima intermitencia. Sin embargo, en septiembre de 2010, se ha comprobado que progresa. "Evidentemente puede ser un hecho aislado, el tiempo lo dirá y veremos cómo reacciona el glaciar. Pero, al menos, es un respiro para este fenómeno singular que son los últimos glaciares del Pirineo meridional", señala José Antonio Cuchí, geólogo y profesor de la Universidad de Zaragoza.
Este glaciar es un buen ejemplo de lo sucedido este año, en el que se han mantenido neveros en la cara sur del Pirineo, algo que no sucedía en décadas, a pesar que el verano ha sido caluroso y con pocas tormentas. "Los temporales de las últimas semanas han sido de nieve por encima de 2.500 metros, como sucedía tradicionalmente para San Miguel, han depositado nieve fresca sobre los neveros", señala Cuchí.
El invierno de 2009-2010 fue abundante en nieves y el manto nival "es la principal reserva de agua de la provincia que, en condiciones normales, funde en la primavera dando los mayencos en los ríos pirenaicos. Además, la nieve funde lentamente y se infiltra en el terreno, realimentando los acuíferos. Siguiendo el refrán, año de nieves, año de bienes, durante el verano de 2010 se han mantenido los caudales de fuentes y barrancos en valores que hace años no se conocían", recuerda Cuchí.
Noticia extraida de: Diario del Alto Aragón
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